Perfil Joffre Vélez Diario El Telégrafo

Perfil del Presidente del Consejo Consultivo Nacional de Niños, Niñas y Adolescentes, Joffre Vélez, publicado el 19 de febrero del 2010 por el diario El Telégrafo, en la sección RETRATO

FOTO: ALEJANDRO REINOSO / El Telégrafo

Joffre Vélez: Antes de alzar el vuelo

DATOS

Nació el 15 de agosto de 1995 en Guayaquil, llegó al poco tiempo a Quito, aunque estuvo un tiempo por Manta. Tiene un hermano menor y otra mayor, Gabriela, también vinculada a los movimientos de la niñez y adolescencia, fue representante del Ecuador ante las Naciones Unidas.
Desde los ocho años se vinculó al Foro de la Niñez y Adolescencia. Fue parte del Consejo Consultivo de Quito, ahí fue secretario de la niñez. En el 2004 aportó al nacimiento del Movimiento Nacional de Niños, Niñas y Adolescentes. A los seis años soñaba en ser Presidente de la República.
Ha mantenido reuniones intensas con niños y niñas del Centro del Muchacho Trabajador. Confiesa que no está de acuerdo con el trabajo infantil y defiende su posición. Cree que uno de los grandes logros del Ecuador es que los niños y niñas hoy son considerados ciudadanos.
Impulsó la ley que permite el voto facultativo desde los 16 años: “Antes elegían sobre nuestro futuro los fuertes y los vivos, ahora estamos los niños, niñas y adolescentes”. A pesar de que su generación ha sido considerada superficial y ligada al mercado, él cree que es más participativa.
El Consejo Consultivo Nacional de Niños, Niñas y Adolescentes, del que Joffre es el presidente, espera ser un espacio de participación. Este organismo puede tomar decisiones, hacer comentarios u observaciones y la emisión de resoluciones respecto de las consultas que se le realicen.

Su vida es un arma cargada de futuro. A pesar de su corta edad, tiene las prioridades claras, y un sentido del trabajo con la fuerza de lo recién puesto en marcha.

 
Joffre espera antes de levantar el vuelo. Tiene 14 años y aunque ha sufrido los primeros golpes que da la vida, en él se transmite esa fiebre del cambio. Desde diciembre pasado fue elegido presidente del Consejo Consultivo Nacional de Niños, Niñas y Adolescentes, su mayor logro y su mayor reto hasta hoy. 
Fue un niño diferente, no cabe duda. Tendría unos cinco años y ya prefería los debates políticos antes que las caricaturas. A los seis, en las elecciones de 2002, les dijo a sus padres que quería votar… ejercer ese derecho porque tenía la convicción de que uno de los candidatos haría cambios importantes: “Te confieso que cometí uno de los grandes errores de mi vida (sonríe). Me sentí traicionado, aprendí lo que era la demagogia, porque apoyé a un presidente que después salió corriendo del país por sus errores…”.

Sin embargo, Joffre no persistió  en lamentos vanos. Se propuso, desde ese momento, cambiar la realidad del Ecuador. Y se vinculó a varios movimientos sociales pro derechos de la niñez “un país de gente buena no puede ser un país corrupto”, se dijo. 




Nataly Yépez (ex Presidenta Nacional del Movimiento de Niños, Niñas y Adolescentes) -por esos años- le impulsó a no detenerse jamás. Y después conoció a grandes autores como Aristóteles, que  le enseñaron algo como: “El fin de la política es el bien común”. Entabló una cercana amistad con los escritos de Gabriel García Márquez, que le confirmaron: “El periodismo es el oficio más hermoso del mundo”. 

“Desde ahí sueño en ser comunicador social o convertirme en antropólogo y conocer mejor al ser humano. De lo que tengo completa seguridad es de que soy un fracaso en las matemáticas y que lo mío son las ciencias sociales…”.     


Un verano cambió todo su mundo y encontró la fortaleza para persistir en sus ideales. Al principio se dedicó a los videojuegos. Durmió por días y días, hasta que se aburrió y salió de su casa del centro de Quito para buscar nuevas experiencias. En su camino apareció el museo de la Revolución Quiteña, hoy una especie de segundo hogar.  
La historia le mostró el futuro. Por un lado, le decepcionó la República “donde cometimos los mismos errores, una y otra vez; dominaron las oligarquías, la plutocracia, los amarres… Por otro, estaba Eugenio Espejo, el padre de esta Patria, un visionario con sus ideales libertarios… Decía que en los jóvenes estaba el verdadero cambio político”.  

Un amigo le dijo: “por estar en esas cosas  no tienes vida…”. Él respondió: “mi vida son esas cosas y tú no sabes qué es la vida”

Joffre a veces se esconde en sus lecturas, en esa sabiduría temprana que sorprende. Flaco, con el cabello despreocupado, es más bien tímido en otros ratos. La adolescencia –cree– es una etapa extraña y él la dedica al movimiento de la niñez, a discutir artículos de la Constitución, a definir parámetros sobre el trabajo infantil. 
Un amigo del colegio le dijo “por estar en esas cosas vos no tienes vida…”. Él respondió: “mi vida son esas cosas y tú no sabes lo que es la vida”. Con esa misma firmeza aprendió una lección en poco tiempo. En una entrevista en radio, a una semana de ser elegido presidente del Consejo Consultivo, habló sobre el proceder de un ministerio. 
Pensó que su crítica no se podría malinterpretar y no fue así. Enfrentó con todas sus fuerzas el remesón: “entonces me dije, más convencido, que no hay que tener miedo de decir la verdad, a pesar de los problemas…”. 

Joffre es uno de los niños que impulsó el voto facultativo a los 16 años -aunque- “varios medios dijeron que fueron los partidos políticos de izquierda”. En su posesión exigió un censo de niñez y adolescencia  por todo el país, que determine la población de las diferentes culturas originarias o porcentajes de áreas rurales. 
Es crítico y dice que al movimiento de la niñez le hace falta labor de base. Tiene dos años para establecer una línea de trabajo sobre los derechos de niños y niñas en situación crítica y esa es su mayor responsabilidad, a más de sus estudios en el colegio San Gabriel. 
La vida ya le ha dado algunos golpes: su padre viajó a Estados Unidos por la crisis económica y su mejor amigo murió de repente llevándose un poco de su fiebre de esperanza. Sin embargo, su sueño espera. No quiere traicionarse a sí mismo ni perder la fe, un instante antes de levantar el vuelo.

Galo Betancourt
gbetancourt@telegrafo.com.ec   
Reportero

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